La creación de la Universidad de Oviedo fue posible gracias a la voluntad de Fernando de Valdés, arzobispo de Sevilla, inquisidor general y presidente del Consejo de Castilla, de acuerdo con su testamento y codicilos otorgados en 1566 y 1568.
La institución universitaria gozó de fuero por bula de erección, que junto con la de ejecución, fue dictada el 15 de octubre de 1574 por el papa Gregorio XIII. Ambas fueron expedidas en el mes de noviembre del mismo año. La institución académica nació bajo patronato del rey Felipe III, por súplica del propio Valdés, según se establece en la real pragmática suscrita el 18 de mayo de 1604. En ese mismo año, la real pragmática de Felipe III confirma la bula papal y el edificio es inaugurado solemnemente el 21 de septiembre de 1608, festividad de San Mateo.
Inicialmente, la construcción acogió los estudios de Artes, Cánones, Leyes y Teología con apenas un centenar de estudiantes y su funcionamiento se rigió por los denominados Estatutos Viejos, entregados a la universidad por los albaceas testamentarios de Valdés en 1607 y confirmados por el rey en 1609.
En el transcurso del siglo XVII, no sin dificultades, se van asentando los estudios en la academia ovetense. En 1618, se produce la primera modificación de los Estatutos y, en ellos, se incluyen cambios en la organización universitaria, que afectaban básicamente a las enseñanzas y a cuestiones relacionadas con el gobierno de la institución que no estaban recogidas en los estatutos primitivos. La penuria económica fue constante durante la primera mitad del siglo, aunque se vio ligeramente aliviada por el rey Felipe IV, quien otorgó nuevas rentas a la universidad y consiguió así la consideración de refundador de la Academia ovetense.
Otras fundaciones de Fernando de Valdés
Además de la Universidad, Fernando de Valdés fundó otras instituciones en la ciudad de Oviedo: el Colegio de San Gregorio, el de Niñas Huérfanas Recoletas, así como el Hospital de Estudiantes.
El Colegio de San Gregorio
La creación del Colegio de San Gregorio fue pieza clave en la constitución de la Universidad de Oviedo. Este colegio fue una de las más importantes fundaciones de Fernando de Valdés, hasta tal punto de que la universidad asturiana nació como su extensión. Denominado los Pardos, por el color de la beca de los estudiantes que en él residían, el Colegio de San Gregorio, en un principio, estaba destinado al estudio de Gramática y Latinidad, a las que más tarde se añadieron otras disciplinas humanísticas. El acta fundacional tiene la fecha de 8 de enero de 1557, aunque ya llevaba largo tiempo funcionado y, en ese mismo año, se adquirió, para alojar el colegio, un edificio situado en las proximidades del solar donde iba a construirse el edificio universitario.
El Colegio de Niñas Huérfanas Recoletas
El 28 de noviembre de 1568, Fernando de Valdés dispuso la creación de una casa de recogimiento y clausura para doncellas pobres y huérfanas, bajo el patronato del rector y del claustro universitario. Se eligió para su emplazamiento un edificio de la calle del Campo, contiguo a la Universidad, que hoy sigue en pie, si bien la fachada es el único elemento original que permanece. Esta institución asistencial no tuvo ninguna actividad hasta 1676, año en que se otorgan sus primeras constituciones y su existencia se prolongó hasta mediados del siglo XX.
El Hospital de Estudiantes
Siguiendo la tradición de otras universidades, Fernando de Valdés fundó también un hospital para estudiantes, según consta en el documento redactado por los albaceas testamentarios en 1614. En este documento, se incluían la distribución de rentas y el personal que debía residir en el propio hospital.
Su funcionamiento fue deficitario, por lo que tanto sus rentas como su edificio fueron agregados al Colegio de Niñas Huérfanas en 1768, poniéndose así fin a su pobre existencia.
El Edificio Universitario
El proyecto original del Edificio Histórico fue diseñado por el maestro Rodrigo Gil de Hontañón, arquitecto que ya había trabajado en las universidades de Salamanca y de Alcalá de Henares. Debido a la avanzada edad del arquitecto se produjeron varias cesiones en la dirección de la obra; primero, al maestro Juan del Ribero y, luego, a Diego Vélez. A causa de numerosos problemas y enfrentamientos entre los arquitectos y los testamentarios, las obras sufrieron un enorme retraso. En 1578, momento en el que se produjo la visita a Oviedo del hijo natural del fundador, Juan Osorio Valdés, se hicieron grandes cambios, que entrañaron la demolición de una parte importante de lo construido hasta entonces, lo que supuso una demora considerable en las obras. El edificio quedó concluido en 1590, aunque en los años siguientes se llevaron a cabo algunas obras menores que terminaron de rematarse con la ejecución del campanario y la pedrera, finalizada en 1609.
El edificio, tal como hoy lo conocemos, mantiene, a pesar de los cambios introducidos por Osorio Valdés, la idea de austeridad que preside el proyecto de Gil de Hontañón. Este arquitecto, formado en la tradición del tardogótico, evoluciona hacia soluciones con una impronta clasicista muy marcada y con una gran depuración de formas, que se observa con toda nitidez en la Universidad de Oviedo, donde la decoración se concentra básicamente en la portada principal, en la fachada secundaria, en las armas del Valdés ubicadas en los cuatro ángulos de la construcción y en el friso de rosetas y triglifos que recorre todo el perímetro del edificio.